Recuerdo el Melaj, el barrio judío de Tetuán, constituido por más de trescientas calles, angostas, con paredes blancas y puertas verdes, rectas y no tortuosas ‘como los barrios de los moros’ bajo arcos que unen un muro con el otro, y donde llegaron a haber 16 sinagogas. Los interiores de sus casas estaban decorados en estilo castellano.
Esta comunidad judía se sabía y se sentía –a pesar del hecho de la expulsión y de que ésta se hubiera llevado a cabo varios siglos atrás- originaria de Castilla; así lo afirma la profesora Sarah Leibovici en su estudio sobre esta comunidad judía española, y de ahí viene el otro nombre que los identifica, los ‘megorashim’, o sea, ‘los expulsados de España’, que englobaba a los de otras procedencias, como Galicia, Aragón, Cataluña y Valencia.
La huella judía en Tetuán y en todo Marruecos se puede seguir en la judería, calles, sinagogas, cementerios, fuentes y plazas habitadas por un pueblo que dio a la comunidad estudiosos, eruditos de las Sagradas Escrituras, filósofos, escritores, ministros y consejeros del rey, como el venerado Rebí Isaac.
Alicia Benassayag, nació en Tetuán en 1922 y fue educada allí, moviéndose a Israel en 1962. Recibió a varios compiladores de la tradición sefardita, Samuel G. Armistead , Gladys Pimienta y otros y les ofreció las joyas que custodiaba, que había guardado de generación en generación hasta nuestros días, cantadas por sus madre, sus tías, sus abuelas. ‘ Porqué no cantáis la bella’ era una de sus preferidas. También de las mías. Ahora espero que también lo sea de las vuestras.