“Escucha el ney, escucha su historia
que se lamenta tristemente de la separación:
“Desde que me cortaron del cañaveral,
mi lamento ha hecho llorar a hombres y mujeres.
Yo quiero un pecho desgarrado por la separación,
para poder hablarle del dolor del anhelo.
Todo el que se ha alejado de su origen,
añora el instante de la unión.
En cualquier asamblea entoné yo mi canto melancólico
y me hice compañero de los felices y los tristes.
Todos me entendieron según su propio pensamiento,
pero nadie trató de hurgar en mi corazón el más hondo secreto.
Ese secreto no está lejano de mis lamentos,
pero no tiene esa luz ni los oídos ni la vista para captarlo.
No está velado el cuerpo por el alma,
ni el alma por el cuerpo,
pero nadie es capaz de contemplar el alma”.
Ese canto del ney es fuego, no aire.
¡Quien no tiene ese fuego, merecería estar muerto!
Ese fuego es el fuego del amor que arde en el ney,
el hervor del amor que posee el vino.
El ney es el confidente de todo aquél que está separado de su amigo,
sus cantos desgarran nuestros velos.
¿Quién ha visto jamás un veneno y un antídoto como el ney?
¿Quién ha contemplado jamás un consuelo y un enamorado como él?
Tras leer este fragmento, perteneciente al Masnavi-ye Manavi, el extenso poema de más de 24.000 versos escritos en persa por Rumi, podemos valorar el papel que esta simple caña, humilde y austera, pero sabiamente agujereada, ha jugado y juega en el contexto del misticismo islámico, y más concretamente en el ámbito de los mevleví o derviches giróvagos. Este instrumento no solamente tiene raigambre en Konya, Turquía, en donde se encuentra la casa de esta orden mística que fundaran los discípulos del poeta en el s. XIII, sino que es altamente valorada en el resto de países islámicos de Turquía a Irán, de Marruecos a Pakistán.
‘El maestro evoca, a través de la recreación del ney, la historia toda del devenir del hombre, ese ser expatriado de su origen primigenio, consumido por la nostalgia de un estado interior perdido y, en el peor de los casos, olvidado. El pórtico del Mathnawí,esos primeros dieciocho versos míticos dictados por Molānā a su fiel discípulo Huzam-ud-Dín, en los que se condensa la totalidad del libro, constituye todo un canto al ney y con él al alma del ser humano en pos de su origen preeterno junto al Amado. Se dice que el sonido lastimero del ney evoca la dulce nostalgia de dicha separación’.
Nos introducimos en los sonidos del ney en el estudio donde continuamos con la grabación de nuestro disco dedicado a la música sefardita turca, que no puede entenderse desligada del macro contexto histórico, geográfico, musical del sitio donde se práctica, se compone y se vive, de la mano de un excelente intérprete iraní de ney, Kaveh Sarvarian. Productor, músico y compositor de música persa y profesor en la Universidad de Teherán, nos trae además de los sonidos etéreos y envolventes de su instrumento, la voz del alma de nuevo para los sufíes o el aliento divino creador, con el que se pueden llegar a experimentar estados de consciencia amplificados tanto por aquel que los escucha como el que los interpreta, quien además de estar siendo retroalimentado por el sonido que parte de su instrumento, trabaja con su propia respiración como ese aire alquímico que aviva las llamas del caldero donde se producen los procesos de cambio y transmutación o hace que decrezca su intensidad.
Hoy trabajaremos sobre una canción muy especial, hasta donde yo sé nunca interpretada fuera del contexto auténticamente tradicional, es decir, en el interior de las casas de los sefardíes. De corte íntimo e introspectivo sería comparable a una oración, profundamente invocadora del aliento de aquello que está más arriba de nosotros, más alto en nuestro entendimiento.
De repente suenan las primeras notas del instrumento y todos detenemos nuestra actividad para escuchar, es inevitable que los ojos se cierren para interiorizar lo que está ocurriendo. Kaveh, controlando la cantidad de turbulencia en la corriente de aire insuflado, confiere una gran variedad de sonidos desde tonos puros hasta sonidos extremadamente profundos, el ney pareciera querer hablar y nosotros entenderlos. El estudio se transforma en un templo.
Jan estará de vuelta en Escocia, no espero más visitas así que el invierno queda por delante con toda la blancura que augura. Hoy he visitado el centro judío de investigaciones sefardí-otomanas, dirigido por Karen Sharon Gerson. Parecía de repente que estaba en otra ciudad, París, Nueva York…ni un solo bajo de los edificios sin una tienda de ropa de las mejores marcas y modistos: Gucci, Christian Dior, Valentino, Max Mara.
Busco un sitio para comer algo antes de subir, voy con tiempo. Una pequeña taberna donde veo un ambiente muy familiar, saliéndome un poco de la calle principal, pequeño, como el comedor de cualquier casa de nuestros abuelos donde la gente toma platos humeantes de çorba caliente, nutritiva, sabrosa…pilav, dolma…la comida que encontrarías en cualquier bar, tanto humilde como caro de la ciudad, alimentos sencillos, dispuestos simplemente en los que destacan sus singulares formas, armoniosas que deleitan la visión de los que pasan con las manos en los bolsillos, echando humo por la boca y escuchando de las tripas vacías un rotundo temblor.
A la hora acordada subo y me recibe Karen con un calida bienvenida. Me explica la historia del lugar y me enseña la biblioteca, los discos y me presenta al personal. Ella también es cantante, tiene una bonita voz y una presencia que impone. No en vano es directora del centro y para eso hay que tener temple y formas, energía y entrega, disposición y capacidad de trascendencia.
Vuelvo a casa sabiendo un poco más de esta ciudad, de la gente que la habita, sus historia. No hay nada como variar el punto desde el que uno habitualmente mira para ver más allá y que le sirva.
Mara Aranda presentará nuevo disco en enero de 2019 dedicado a la música sefardita turca. Este blog nos invita, en cada entrega, a recorrer la geografía musical del Mediterráneo Oriental, donde el presente y el pasado de la autora se ven reflejados con extractos de sus diarios personales de bitácora de la grabación del nuevo trabajo, día a día, y su residencia de trabajo y estudio en Estambul en 2006.