Dime cuál es el puente que separa tu vida de la mía, en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa, en qué mundo sin luz está ese puente y yo lo cruzaré

Dime cuál es el puente que separa tu vida de la mía, en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa, en qué mundo sin luz está ese puente y yo lo cruzaré

Los puentes de Estambul son realmente importantes porque comunican las dos orillas de esta ciudad que mira tanto a Oriente como a Occidente. Hay miles de personas que cruzan cada día porque viven en la parte asiática pero trabajan en la europea o viceversa. Bajo los puentes el estuario del Cuerno de Oro  comunica los barrios antiguos de Sultanahmet  o Eminönü  con los del llamado Estambul moderno o nuevo, Gálata, Besiktas oTakism. Cada día pasé por el puente de Gálata, quizá el más conocido de ellos.

Puente de Gálata, Estambul

Este puente actual de Gálata es la quinta versión reconstruida de su original de 1845, varios de ellos destruidos en incendios por ser una estructura de madera.  Me fascina pensar que hoy podríamos pasar de parte a parte por uno construido por el mismo genio del Renacimiento, da Vinci, que escribiría en sus diarios ‘ sé que mucha gente verá esto como un trabajo inútil’ y que sintió fascinación por elementos como el agua o el aire, ideando proyectos para drenar llanuras inundadas, construir pantanos o encauzar y controlar ríos, llegando a escribir un tratado de mecánica e ingeniería hidráulica, y por supuesto también sus ingenios para hacer del hombre un pájaro, aunque verdaderamente quizá la comparación no sea del todo acertada ya que su afán no era solamente imitar la naturaleza sino ir más allá de la cuestión mecánica y descubrir los fundamentos, cosa que hizo en sus estudios de aerodinámica. Leonardo da  Vinci diseñó un puente para del sultán Beyazid II el cual tras examinar los bocetos abandonó el proyecto por considerarlo imposible de realizar. La idea, no obstante, se retomó en Noruega en 2001 donde se construyó siguiendo sus ideas y planos.

Puente de Leonardo Da Vinci, Estambul

La idea del puente siempre me ha fascinado, desde mi más lejana infancia. No había dibujo que no pintara de pueblecitos, aunque tuvieran solamente una casa, sin que hubiera un puente y un río, aunque no eran ingenios de la talla del maestro anatomista, pintor, artista, arquitecto, científico, botánico, filosofo, escultor, escritor, poeta, músico y urbanista que  diseñó no solamente el del sultán sino otros muchos que han llegado a nuestros días en bocetos y códices, con formas ingeniosas no solamente en estructura, también en diseño!. Mis pobres puentes eran esquemáticos. Pero yo me enorgullecía de ellos y como el dibujo era de mis asignaturas favoritas, llevaba a casa mis puentes coronados por un sobresaliente en infantil ingeniería.

‘Para cruzarlo o para no cruzarlo ahí está el puente’ dijo Benedetti en uno de sus poemas…’en la otra orilla alguien me espera con un durazno y un país’. El puente es un eterno reflejo de  los que se miran desde sus dos orillas, en la distancia y se creen diferentes. Sí, Mario, en una riba alguien con un melocotón en la mano y un país y en la otra alguien con una manzana y un continente o una aldea o una caja de cartón donde dormir. Separados, justo, ese es el punto de reflexión e inflexión, por un puente bajo el que discurren las aguas de un río en ángulo con la estructura, formando una cruz, símbolo más arcaico obviamente que el del cristianismo, asociado con la idea de ‘lo perfecto’. De repente tenemos una especie de tablero de juego, un eje de ordenadas y abcisas.

La unión y poder están implícitos en esta imagen en la que aquel que cruza se expone inmediatamente a las armas del otro siendo en extremo vulnerable, también es visto como el débil porque es el que va en busca de algo que no tiene. Pero podemos fácilmente dar la vuelta a esta versión de la circunstancia y pensar que el que cruza es realmente el valiente porque abandona su posición y zona de confort y protección, confía además en su suerte y el destino plenamente puesto que si no pensara que van a ser propiciatorios del éxito no habría cruzado y, además, cuando llega al otro lado quizá no viene a pedir sino a dar al necesitado de confianza y paz, al que vive en estado permanente de alarma y miedo en la creencia de que los que consigan cruzar les arrebatarán lo que tienen y son. El euro, por cierto, adoptó significativamente en sus monedas el puente como instrumento de unión, comercio, progreso y poder. La simbología es bien antigua y retrotrayéndonos al imperio romano, los emperadores recibían el título –que heredan los Papas- de Pontífice Máximo donde “Pontifice” significa literalmente, “constructor de puentes”. Es el dominio de la arquitectura y las técnicas asociadas el que da el poder terrenal…que acaban donde el puente, que inevitablemente tendremos que cruzar todos, entre la vida y la muerte se edifica.

Mi vida siempre ha estado asociada a los puentes que superaban puntos, espacios distintos. Mi casa daba a un canal, cuando iba al colegio veía el puente de crudo cemento que había que cruzar para salvar la acequia, cuando me uní a mi amado lo hice junto a un puente, sobre unas escaleras que acababan en una gran puerta cerrada que albergaba un templo cristiano, quizá antes mezquita y aun antes templete de ritos paganos,  y junto a una hoguera donde se habían congregado gentes diversas compartiendo algo que recordaba al hogar, aunque estuviera bajo el firmamento sin paredes ni fronteras. El puente, lugar de pasaje y prueba, espacio de encuentro donde se da tregua a las diferencias, donde uno se abandona en la fe de que es la vía correcta, el único y angosto camino tantas veces, pero camino, con opción a pasos y no al letargo, a la parada, a la muerte, al desahucio por imposible entente.

Sí, aquí está el puente de Galata, recuperado de las fotografías de mi último viaje de estancia prolongada en Estambul, aunque no el último a Turquía, hubieron otros más, pero ninguno como en este tuve que cruzar tantas veces el puente, quien sabe por qué razones, quizá deudas de antiguas muertes. A un lado Europa, a otro Ásia. En un lado hace frío y en el otro también.

Suena de fondo la música del estudio, la grabación ha comenzado hace algo y, sin querer, la hilación de notas, la cadencia del ritmo me ha llevado a cruzar la línea finísima entre el presente y lo pasado. Jota Martínez, especializado en los últimos años en los instrumentos de la tradición medieval peninsular, rodeado de cuerdas en los mástiles de diferentes soportes, forja en este mundo sonoridades de otros, conjura el encuentro en puentes sólidos, de buena construcción, que no zozobren con el paso del tiempo y las fortuitas circunstancias, que queden como antes estuvieron unidas en el cielo, aquí y ahora, las almas.

Mara Aranda presentará nuevo disco en enero de 2019 dedicadoa la música sefardita turca. Este blog nos invita, en cada entrega, a recorrer la geografía musical del Mediterráneo 
Oriental,donde el presente y el pasado de la autora se ven 
reflejados con extractos de sus diarios personales de 
bitácora (en cursiva el pasado,en normal el momento actual).

Published by Mara Aranda

Mara Aranda es una de las intérpretes más aclamadas surgidas de la escena española. Casi tres décadas durante las cuales ha investigado y cantado músicas turcas, griegas, occitanas y músicas antiguas, medievales y sefardíes, que han dejado como resultado casi una veintena de discos propios de excelente factura merecedores de premios y reconocimiento por parte de público y también de medios especializados.

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