La cenicienta valenciana

Recuerdo perfectamente cuando nos reunimos por primera vez Maite Gil y yo misma en mi estudio. Ella traía una coca de verdura del seu poble, Onda, y una botella de vino. Había que celebrar el encuentro. La coca nos la comimos para que nos diera fuerza y el vino lo guardamos para celebrar el éxito de la intención. Sigue leyendo