Entre un mar de olivos

Entre un mar de olivos

Ya estuvimos en Úbeda hace unos años presentando Sephardic Legacy, junto a Abel García y Jota Martínez. Colmada de palacios de los siglos XVI y XVII y también iglesias renacentistas, situada en el centro de la comarca de La Loma y cercada por los Valles del Guadalquivir y el Guadalimar, frente a los macizos de Sierra Mágina y Cazorla. Antonio Machado describió muy bien su ubicación entre un mar de olivos.

Esta vez venimos con amigos y familia en una planeada visita aplazada reiteradamente por prioridades del trabajo. Ahora, por un sagrado pacto, nuestro anterior dueño, el Tiempo, nos libera. Con nuestro nuevo estatus de libertos esclavos reaprendemos a desatar lazos, enderezar las retorcidas ramas de nuestro árbol.

Después de una visita de dos horas y media conocemos algo más la historia de esta ciudad y de los hombres que aquí nacieron, otros que dejaron aquí grandes obras que admiramos con grandes ojos que no se atreven a cerrarse por miedo a perder detalle y comba y otros tantos cuyos huesos descansan en su vientre de tierra. Ayer tuvimos contacto de nuevo con la Sinagoga del Agua, reencontrándonos con Andrea Pezzini, ya querido amigo y anfitrión, quien gestiona el espacio compartiendo con nosotros el gran amor hacia la historia y patrimonio y no ahorrando en esfuerzos para dejar un mundo que valore en algo más su legado. También tuvo lugar nuestro primer concierto, con gente venida desde Madrid, desde el norte, desde Valencia… expresamente.

El lugar donde hoy se asienta Úbeda se debe al Emir Abderramán II y a Muhammad I, que la fundaron con el nombre de Medinat-Ubbadat Al-Alrab (Úbeda de los Árabes) en el siglo IX. En 1233 fue definitivamente conquistada por Fernando III (El Santo), padre de Alfonso, el décimo de su nombre, momento en el que se dio paso a la coexistencia en la ciudad de las tres culturas: católica, musulmana y judía. No en vano Fernando III se intituló Emperador de las tres culturas.

Probablemente Úbeda fue uno de los casos en los que estas tres comunidades vivieron en relativa paz debido sobre todo al hecho fehaciente de que la misma sinagoga estaba situada fuera de la judería, localizada en el barrio del Alcázar.

En nuestro paseo, hallamos la primera de las casas, del siglo XIII, con vestigios del establecimiento de judíos en la ciudad, con las estrellas de David entrelazadas en las enjutas de la portada, formando una figura de 12 puntas.

Otra de las casas más conocidas se encuentra en la calle de la luna y el sol. En su fachada, con un arco de medio punto, se muestran a ambos lados tallados en piedra, el sol y la luna.

En el centro encontramos un escudo con dos torres con las puertas abiertas (ciudad conquistada, ya no hay peligro), flores de lis (la pureza de la mujer hebrea), dos estrellas de David entrelazadas (familias judías) y rematadas con una cruz del Calvario (conversos).

Justo al lado de esta construcción hay otra que conserva una estrella casi imperceptible a ojos vista por las múltiples capas de enjalbegado dadas a lo largo de la historia y cruz del calvario en señal de su forzada conversión.

En el Museo Andalusí de Úbeda hay expuestas maderas recogidas en casas judías del XIII-XIV (ménsulas, vigas, puertas, zapatas, etc. con sus típicas tallas geométricas), la puerta de la casa Guerrero (tallada en lacería de 4 puntas), un fragmento del artesonado de una casona del XIII, colección de azulejos de cerámica estrellada (más tardíos, del XV al XVIII), pucheros de cocina y una curiosa colección de alcuzas (aceiteras).

Saliendo por la puerta de Granada, una de las nueve con las que contaba o 13 si sumamos también las del Alcázar, econtramos restos de las antiguas curtidurías islámicas y dejando las ruinas de las tenerías a nuestra derecha, circunvalando la muralla, volvemos a entrar por la antigua Puerta de los Judíos (Bad-Yahud)

Encontramos otra casa judía, con las dobles estrellas de David. Detrás de Santa Mª y el Palacio de Valenzuela, edificado sobre la mezquita aljama, pasamos por la Gradeta de Santo Tomás, donde hay dos casas judías, con sendas estrellas de David de seis y doce puntas. La segunda es conocida como casa del judío Samuel, almojarife (encargado de recaudar los impuestos en la península Ibérica musulmana) de Alfonso X.

El palacio de los Granada-Venegas, también visitable, fue de la familia de un converso morisco de alta alcurnia, reyezuelo que defendió Baza y Guadix contra los Reyes Católicos, y que rindió cuando se aseguró un trato de favor para su linaje, lo que consiguió de Isabel de Castilla, que personalmente lo “convirtió” y presidió su bautismo.

La Sinagoga del Agua es nuestra última parada, un hallazgo sorprendente del promotor inmobiliario Fernando Crespo que hace unas prospecciones para convertir tres viviendas contiguas en aparcamientos y apartamentos. Hayó una Sinagoga completa, la única en España que no tuvo un uso que no fuese litúrgico y que cuenta con mikvé pudiéndose fechar a fines del XII o principios del XIII, antes de la conquista cristiana.

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Conserva la Sinagoga un documento cristiano del XIV, que describe la Úbeda medieval, en la que dice existían 4 sinagogas. A su lado, el libro de Abodá Fará, parte del Talmud, escrito en Úbeda en 1290.

En la sala de oración, orientada a Jerusalém  con tres naves y el Matroneo en el piso superior con arcos apuntados sobre pilares poligonales tienen lugar nuestros recitales. A derecha e izquierda del escenario, una Torá del s. XV, escrita en piel de gacela y un Talmud y el Libro de Esther. Hoy los niños que también asistieron al concierto no harán sonar carracas de madera al pronunciar el nombre de Mordehay, en nuestra canción, aún falta por llegar Purim.

Bajo nuestros pies está la estancia más impresionante, el baño ritual o mikvé al cual se accede por unos escalones tallados en la piedra. Conserva siempre el mismo nivel de agua. Agua transparente y en continuo movimiento que además alimenta los muchos pozos de la sinagoga, no en vano lleva su nombre. En el solsticio de verano, un rayo de sol entra por un ventanuco a pie de calle y va descendiendo uno a uno los peldaños hasta tocar con sus dedos de luz el agua del baño.

Por dos veces renovada, reviva, purificada por el agua en su física transparencia y la luz en su transparencia etérea, salgo del lugar con la impresión de que todo lo vivido es tremendamente sencillo al tiempo que trascendente.

El Big Bang, ese principio admitido, nos lleva a replicar e identificar nuestro primigenio origen de luz y sonido que, productos del estallido primero, siguen llegando a nosotros. Los buscamos y, bajo sus alas como polluelos, nos sentimos protegidos, libres de toda amenaza.

Junto a Andrea Pezzini, Jota Martínez, Ana López y Nono Sánchez

Published by Mara Aranda

Mara Aranda es una de las intérpretes más aclamadas surgidas de la escena española. Casi tres décadas durante las cuales ha investigado y cantado músicas turcas, griegas, occitanas y músicas antiguas, medievales y sefardíes, que han dejado como resultado casi una veintena de discos propios de excelente factura merecedores de premios y reconocimiento por parte de público y también de medios especializados.

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