Hay caminos que uno anduvo hace tanto tiempo que casi has olvidado que alguna vez los caminaste, olvidas lo andado y lo vivido en ellos, porque en ti no han dejado ninguna huella o porque tú has querido borrarla y tu memoria lo ha aceptado.
Pero hay otros caminos que sigues caminando no físicamente pero sí en el recuerdo con el que vuelves sobre ellos una y otra vez visualizando claramente qué es lo que sigue sucediendo en ese otro plano de realidad en el que sigues avanzando hacia un horizonte quizá ni diseñado. A veces, lo haces al lado de personas que conociste porque todavía resuenan en tu cabeza sus voces diciendo tal o cual cosa que quedó grabada para siempre, por su importancia o quizá porque fue el momento para que ello cayese en el lugar exacto de nuestra conciencia donde fue albergado y custodiado. Seguimos actualizando esas informaciones, las contrastamos con las nuevas asignaturas aprendidas y siguen moviéndose y progresando ‘ahí adentro’. A veces lo haces solo, porque cae en tus manos un libro determinado y lees en sus párrafos informaciones que conectan con las piedras de aquel otro camino que dejaron en tus pies esas heridas, durezas o callos, una fotografía, un mensaje de un amigo o un desconocido… y sigues tirando del hilo hasta dar con ese momento donde ese otro camino se detuvo debajo de tus pasos, aunque solo en apariencia. Dentro, en tus interioridades, se ha seguido desarrollando.Es como una semilla, no cualquier semilla, la buena simiente, que una vez plantada, aunque pasen años, sigue rebrotando llegado su tiempo exacto, Cuando ya las lluvias de la primavera y los primeros calores hacen que se hinchen y den a luz los nuevos tiernos tallos, de raíces a las que sigue alimentando la tierra en la maceta de tu espíritu.
Avanzaron los meses y aunque nunca estuvo cerrado, di por terminado el trabajo que tendríamos que realizar en el convento de Sant Francesc de Morella, en el curso de música medieval, renacentista y tradicional a cuya séptima edición estaba invitada. Un curso dedicado a la trascendencia en el canto, que puede proyectarse en el futuro o conectar con el pasado. Proyectarse en el futuro como una visualización hacia aquel objetivo o prototipo con el que queremos fusionarnos, acercándonos a nuestro ideal y retrotraernos al pasado para a través de la íntima conexión con lo vivido, aunque no es posible modificarlo, sí hacerlo para liberar el espíritu muchas veces encadenado a unas circunstancias, situaciones y vivencias con una clara repercusión en nuestro presente y sobre en nuestro futuro más inmediato.
Como curso de canto, nuestra herramienta iba a ser la voz. Desde una perspectiva macrocósmica, enlazando con la música de las esferas y microcósmica hasta sentir de nuestras células su sonido. No era tarea fácil transmitir y sobretodo preparar al alumnado para esta vivencia. Pero mi empeño estaba a prueba de todo contratiempo. Solo faltaba que el universo enviara un mensaje de llamada a los elegidos para que todo se diera.
Y ‘vive Dios’ que se ha dado.