LA FAMILIA BISBAL HACE LAS MALETAS

Tiempos de mudanza y acarreo. El siglo XVII se estrena en tierras valencianas con grandes ausencias. Miles de moriscos abandonan sus campos, sus casas, y huyen al norte de África. Decenas de rincones quedan despoblados. Un labrador de Torrent, Joan Bisbal, y su esposa Úrsula, con sus cuatro hijos adolescentes, hacen las maletas para repoblar el Marquesat de Llombai. Un horizonte incierto les espera. Esta es su historia.

-On aneu tant de matí?
-A Catadau.
-I això?
-El duc de Gandia ens ha promés terres i casa.
-Que tingau sort.
-Au!

Joan alza el brazo y se despide de su amigo Miquel Andreu. La familia Bisbal deja atrás Torrent y un puñado de variados recuerdos. En el carro van el cabeza de familia y su esposa, Úrsula Servés, acostumbrada a la vida en tránsito. Ya dejó Catarroja y las aguas de la Albufera para casarse con Joan al acabar el verano de 1598. Aquel 23 de septiembre se entregó a él en la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Torrent. Exactamente 10 años y 364 días después, Felipe III decretaba la expulsión de los moriscos de tierras valencianas. Era el 22 de septiembre de 1609.

Fue “el acto más bárbaro en los anales de la humanidad”. Así lo calificó Richelieu según recordaba el historiador James Casey en 1979. En medio de estas terribles decisiones de estado, la familia Bisbal emprende rumbo a Catadau. Son apenas cinco horas en carro. Les han dicho que tendrán casa, bueno, en realidad una casa a medio hacer y campos. Lo ha prometido don Carlos de Borja y Centelles, duque de Gandia y marqués de Llombai.

Los cuatro hijos de Joan y Úrsula combaten el traqueteo del carruaje con pensamientos dispersos. La pequeña Isabel no. A sus 14 años, ella es ajena a las incertidumbres de la familia. Siempre tendrá alma de niña. Sus hermanos Jeroni (20 años) y los gemelos Francesc y Vicent (16 años) crecerán en nuevos paisajes. Ella nunca madurará. “Pobre xiqueta”. Cruzan el puente que separa Montroi y Real. El río Magro les acompañará unos cuantos kilómetros. Ya falta menos. Ya se distingue a lo lejos el Convento de la Santa Cruz y las primeras casas del Marquesat.

Los Bisbal son una de las 12 familias que recibieron, sobre el año 1620, las tierras que “en un primer momento se habían otorgado a diferentes vecinos de Catadau”. Les dieron campos y los cimientos de sus respectivas casas. Unos cuantos de los primeros pobladores del año 1611 habían abandonado el lugar y por eso el marqués recurrió a nuevas familias. Los cambios siempre son duros.

El profesor Manuel Ardit enumera a esta nueva docena de propietarios encabezados por mi abuelo octavo Joan Bisbal, Vicent Burgos, mi abuelo undécimo Jaume Sarrió, Martí Olmos, mi abuelo décimo Joan Gurrea, Gabriel Roca, mi abuelo undécimo Salvador Adam (venido desde Catarroja en 1611), mi abuelo décimo Joan Noverques, Miquel Flordelis, Melchor Esteve, Pere Asensi, Gaspar Noverques y la Gobernación. Catadau había quedado despoblado por completo. Todos sus anteriores habitadores eran hijos de Mahoma.

¿Cómo adaptarse a esta tierra extraña? ¿Cómo combatió la familia Bisbal su añoranza por aquellos días en Torrent? Joan debió de compartir largas charlas con Jaume Sarrió, Agustí Solá, Jaume Llácer, Melchor Esteve y mi abuelo décimo Miquel Romeu, llegados también de Torrent y recién estrenados como nuevos vecinos del Marquesat. Además, cinco horas en carro es poca cosa cuando la morriña aprieta.

Los hermanos Bisbal no tardaron en acoplarse al nuevo hogar y la nueva faena. Menos la pobre Isabel. Jeroni, el mayor, encontró enseguida compañera de viaje. El buen mozo se casó el 24 de agosto de 1621 con Margarita Salom Espinosa. La novia era hija de Pere y Àngela, familia oriunda de Albalat de la Ribera que se estableció en Catadau en 1611. Llegados de distintos lugares, Jeroni y Margarita hicieron de Catadau su nuevo hogar con al menos ocho hijos. De uno de ellos, conocido en edad adulta como Jerónimo Bisbal menor, procede el autor de estas líneas.

Y en cuanto se casó el primogénito de los Bisbal Servés, sus hermanos gemelos también hicieron lo propio. Vicent fue el siguiente. Se debió casar a mediadios de 1623, aunque no hemos encontrado la partida de matrimonio. Lo hizo con Ana María pocos meses antes de fallecer su padre. Tuvieron 14 hijos, aunque muchos de ellos perecieron a los pocos días de nacer. El patriarca, Joan Bisbal, moría el 29 de marzo de 1624 en Catadau. Llegó a ver casados a dos de sus hijos, pudo conocer a sus primeros nietos y se despidió de su querida hija Isabel antes de recibir sepultura “en el vaso del capítulo de este convento de Santa Cruz de Lombay”. Diez religiosos le acompañaron en el último viaje y dejó pagadas unas cuantas misas.

Partida de defunción de Joan Bisbal 29/03/1624. (Archivo Parroquial de Llombai).

El otro gemelo, Francesc, se casó con 24 años con Joana Domingo Soriano. Fue el 14 de enero de 1629. Ambos engendraron al menos nueve niños, aunque el tradicional y elevado índice de mortalidad infantil no les perdonó. Pocos meses después, el 25 de octubre de 1630, moría la matriarca del clan, Úrsula Servés. O tal como recoge su partida de defunción: “la viuda Na Bisbala”.

Los dos mellizos enviudaron y volvieron a casarse. Vicent Bisbal contrajo segundas nupcias, a sus casi 42 años, con Vicenta Gil Borrás el 16 de abril de 1646. Cinco nuevos ‘Bisbalines’ vieron la luz en Catadau. Su hermano Francesc se casó en octubre de 1673 por segunda vez, a los 68 años de edad, con una viuda de Algemesí, María Esteve. No consta en los libros parroquiales que dejaran descendencia.

Isabel Bisbal presenció, tal vez en silencio, la continua llegada de nuevos sobrinos. La tía Isabel murió joven. Una breve inscripción en los Quinque Libri de Llombai así lo atestigua: “A 25 de febrero de 1636 murió en Catadau Guisabet Bisbal de edad de 30 años sin sacramentos por ser incapaz de ellos por su simplicidad. Enterrose en Catadau en el vaso de dicha Iglesia”.

Partida de defunción de Isabel Bisbal (25/2/1636). Archivo Parroquial de Llombai.

Partida de defunción de Isabel Bisbal (25/2/1636). Archivo Parroquial de Llombai.

En total, los tres hijos varones del patriarca del clan Bisbal tuvieron ¡¡¡36 hijos!!! Muchos de ellos murieron en edad infantil pero la estirpe llegada de Torrent en los albores del siglo XVII se expandió por el Marquesat y poblaciones limítrofes, como l’Alcúdia y Carlet, en las décadas siguientes.

«Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra». Génesis, 1:28. [/yellow_box]

La fe ciega en esta cita de la Biblia de la saga de los Bisbal queda más que evidente en nuestras investigaciones. Veamos un par de ejemplos. Echamos mano de nuevos documentos. Nos vamos al Arxiu del Regne de València. Allí consultamos el vecindario del año 1646 correspondiente a Catadau.

Vecindario de Catadau del año 1646. (Arxiu del Regne de València).

Vecindario de Catadau del año 1646. (Arxiu del Regne de València).

Subrayados en rojo encontramos a los tres hermanos Bisbal: Geroni, Francesc y Vicent. Lo cual certifica lo que ya sabíamos gracias a nuestras pesquisas en el Archivo Parroquial de Llombai. Como el buen periodismo, siempre viene bien confirmar los hechos en distintas fuentes. No hay ningún ‘cap de casa’ que luzca el apellido Bisbal en todo el Marquesat.

Apenas ha transcurrido un cuarto de siglo desde que llegó en carro el patriarca Joan y ya son tres las familias descendientes. Y pongamos por caso… ¿qué habrá sucedido un siglo después? ¿Se habrán multiplicado los Bisbal? ¿Habrán emigrado? Tenemos la respuesta. (Está claro que si no la tuviéramos no habriamos lanzado la pregunta). Es el gobernador del marquesado de Lombay, el doctor don Francisco Benlloch, quien nos aclara con detalle la evolución de esta saga familiar llegada de Torrent.

Un libro publicado en 1975 por el Ayuntamiento de Llombai recoge la descripción detallada de la zona realizada por dicho gobernador en el año 1756, tan sólo 110 años después del vecindario de 1646. De tres familias Bisbal pasamos en poco más de un siglo a 37 (36 en Catadau y una en Llombai). Así lo destacó en su momento el historiador Vicente Bisbal del Valle, descendiente del llaurador de Torrent. Aquí el documento que lo atestigua y el pertinente subrayado bermellón:

Los linajes del Marquesat de Llombai según la Descripción del gobernador Benlloch en 1756. (Ayuntamiento de Llombai)

Los linajes del Marquesat de Llombai según la Descripción del gobernador Benlloch en 1756. (Ayuntamiento de Llombai)

Pasaron los años y apellidarse Bisbal era sinónimo de ser vecino del Marquesat. Un apunte estadístico del siglo XX nos confirma lo contento que estaría el patriarca Joan de su amplia descendencia. Catadau y Llombai son los dos pueblos que concentran gran parte del citado linaje. Está actualmente extendido en la Ribera y l’Horta valencianas e incluso en comarcas de Castellón y la Marina Alta alicantina, tal como se aprecia en el siguiente gráfico:

¿Son todos ellos descendientes de Joan Bisbal? Dejamos la puerta abierta para futuras investigaciones. La genealogía no tiene alfa ni omega. Todo es puro tránsito. De momento, los manuales clásicos acotan el origen del apellido en Cataluña, aunque hay una comunidad importante en las Islas Baleares. Da la impresión de que Torrent también fue tierra de paso para los Bisbal. Si tenéis curiosidad por este linaje, podéis visitar Blasonari, la web del compañero Josep Vicent Ferrando.

Desde hace apenas unos siete años, una figura de bronce preside la Plaça de la Font de Catadau. Es Josep Bisbal (fill) de Jeroni. Ataviado con el tradicional atuendo de labrador porta desafiante unos pergaminos en la mano diestra. Con esos papeles inició el pleito en representación del pueblo de Catadau para desligarse de la Casa Ducal de Gandia e incorporarse a la Corona española como una villa libre. No vivió para ver el resultado final, acaecido en mayo de 1807. Todo un hito para la localidad. El pueblo le rindió tributo con esta estatua de más de dos metros de altura. Y su tatarabuelo Joan, aquel llaurador de Torrent que llegó en carro en busca de nuevas tierras, sonríe orgulloso.

Post Scriptum: Para la elaboración y documentación de este viaje novelado por el pasado hemos recurrido a una amplia bibliografía de autores como Vicente Bisbal del Valle, James Casey y Manuel Ardit.