Los instrumentos más habituales de la música otomana eran el ud, el kanun, el ney, el tambur , el santur, la kemença, el çeng (arpa turca) y el saz. Ya hemos grabado casi todos ellos en el disco dedicado a la tradición sefardita de Turquía y hoy toca el turno del arpa. Vuelvo sobre el libro que compré en Estambul en mi último viaje “Women in the Ottoman Musical Tradition” y repaso sus páginas. Parece mentira (o no) que en la tradición otomana se le diera importancia a la instrucción musical de las mujeres existiendo algunas compositoras, maestras y diestras intérpretes. Sí, ellas también recibían enseñanza musical, no era reservada para los hombres. Las concubinas aprendían con los músicos de la ciudad y también había quienes trabajaban enseñando música en el palacio, en nómina.
Los documentos más antiguos son ilustraciones que datan del siglo XVI.
İsmail Hakkı, el profesor que estudió en los archivos de Topkapi las cuentas constató que en el reinado de Suleimán (1520-1566) el ensamble de músicos incluía a intérpretes de harpa otomana, siendo un instrumento típicamente femenino. En el siglo XVII, concretamente en 1650 Ottaviaion Bon publicó un libro que proporciona información sobre la vida en el entorno cortesano al respecto de las jóvenes concubinas que tocaban instrumentos, cantaban y bailaban, y que además tenían permiso para entrar y salir del palacio a condición de que informaran al cuidador. También durante el reinado de Mehmet IV había concubinas que tocaban ney, tanbur, kemançe, kanun, santur, çeng, çöğür, musikar, violín y daire según diversos documentos. A sultanes como Osman III o Mustafa IV, sin embargo, no les gustaba la música así que la desterraron de su entorno, pero sus sucesores las volvieron a introducir. El observador veneciano Toderini, que estuvo en Estambul de 1781 a 1785, identifica al qanun como un instrumento que las mujeres tocaban en el palacio.
En 1826, se creó una orquesta estilo occidental. Por Leyla Hanım (Saz), de la que hablamos en otro post, la hija del doctor real, sabemos que en el harem había una banda musical con 60 miembros, todas mujeres. Tras el periodo de reforma conocido como Tanzimat, (1839-1876) se adoptaron instrumentos occidentales como piano o violín. Leyla, conocedora de la vida diaria en el palacio y las grandes mansiones en la segunda mitad del siglo XIX, nos dice en su libro que recomiendo, que casi todos los sirvientes del harem eran músicos o instrumentalistas y que en la educación de los servidores de la esposa del sultán y las princesas incluía el estudio del Corán, historia otomana, poesía, libros y lecciones de instrumentos musicales como piano, violín y lavta.
Cierro el libro, me voy desprisa porque comienza la sesión de estudio. Robert Cases entra con su arpa por la puerta, con su sonrisa siempre a punto para ser brindada. Pronto la ‘mano de nieve’ fuerte y decidida como irrumpe en la noche el alba,hará que el sonido cobre tensión y vida desde la quietud en la que estaba.
El Imperio Otomano estaba constituido por tribus turcas en la península de Anatolia (Asia Menor), ocupada hoy día por la parte asiática de Turquía, creando el Imperio Otomano (1299-1923) que creció hasta ocupar tres continentes: el Sureste Europeo, norte de África y Medio Oriente y que finalizó en 1922 cuando el sultanato fue reemplazado por la República de Ataturk.. Cierro el libro que estoy leyendo y no hay nada tan plástico como hacerlo en el lugar donde se narran los acontecimientos y sucesos, recorrer las calles y barrios que salen reflejados en sus páginas. Recuerdo como hace un par de años visité el Palacio de Topkapi donde la guía, en aquel caso explicaba que en la vida diaria s cocinaba para 5.000 personas, pudiendo llegar a las 10.000 en los días de fiesta. Al hacer el diseño de Topkapi se lo rodeó de una línea de murallas que cerraban toda la primera colina. Después de trascender alguna de sus tres puertas, sorprendían al visitante unos jardines que fueron cuidados durante los cuatro siglos en que fue residencia de la familia imperial. Tan grandes eran que había campos para practicar diferentes deportes, casas de fieras que albergaban jirafas, jabalíes, elefantes, tigres, ciervos, cabras…, también pajareras, espacios de campo abierto para las cacerías que organizaba el sultán en las que los animales que iban a ser utilizados llevaban el nombre de los enemigos cristianos del sultán.
Sin duda alguna el lugar que más curiosidad inspirava a los turistas era el harén, la zona del palacio destinada al sultán y su familia, habiendo dos clases bien diferenciadas de mujeres: las de clase baja que limpiaban y servían al resto siendo con respecto a sus habilidades o antigüedad aprendices, trabajadoras cualificadas o encargadas. Estas mujeres era muy extraño que alguna vez tuvieran contacto con el sultán. La otra categoría de mujeres, las de clase alta, eran escogidas normalmente por su belleza y talento siendo normalmente bailarinas, cantantes o intérpretes musicales. Eran instruidas y vestidas por las mujeres de más edad hasta que eran presentadas al sultán. Si este se fijaba en cualquiera de ellas entonces se le ponía un nombre que significa literalmente “en la vista”, dándoles a partir de ese momento cámaras privadas esperando para una cita privada con él. Si después de aquella primera noche el sultán la requería más veces se convertíría en concubina real u ‘odalisca’. Y si esta mujer engendraba un hijo automáticamente era nombrada “bırıncı kadim”. En el caso remoto pero no imposible de que aquel hijo, entre los muchos del sultán, sucediera a su padre, su madre se convertiría en valida del sultán y primera dama del harén. Custodiado por eunucos, en el interior de piel negra y a los que daban nombre de flores: Jacinto, clavel, narciso…y totalmente castrados, y a la parte de afuera, blancos. Cuando se cambiaba de sultán todo su harén y pertenencias de los moradores se trasladaba al Eksi Saray, el “palacio viejo” donde permanecerían hasta la muerte. Solo algunas de aquellas mujeres volverían a casarse con altos dignatarios y quizá pudieran seguir tocando en sus nuevos hogares sus instrumentos. Estas mujeres se consideraban unas privilegias en su posición, así que respeto.