
Imagen: Fernando Depiaggi, izquierda, sosteniendo un pandero turco y Jota Martínez, derecha, con un laúd también turco (lavta).
Imagen: Fernando Depiaggi, izquierda, sosteniendo un pandero turco y Jota Martínez, derecha, con un laúd también turco (lavta).
Muchas veces en entrevistas, cursos o inclusive entre amigos, me preguntan cómo es posible que el romancero sefardí haya llegado a ser conocido en boca de los descendientes de judíos aragoneses, valencianos, cordobeses o navarros. Cúando se produce ese reencuentro con la realidad sefardí, el contacto con esas comunidades castellano viejo parlantes en todo el mundo, olvidado durante centurias.
Imagen: Diego Catalán anotando un romance durante la encuesta por los pueblos de las Sierras (de Alcaraz, Cazorla, Segura, etc.) en Albacete, Jaén, Granada y Murcia. De: http://cuestadelzarzal.blogia.com/2010/111301-7.-el-romancero-a-n-vive.-voces-nuevas-de-la-tradici-n-oral-1977-1978.php
Ahora recuerdo a todos los que no están aquí. Los recuerdo desde mi consciencia, desde este ‘estar despierta’.
Endechar es una palabra que se utilizaba en el pasado y que significa cantar cantos de duelo, lamentarse o cantar lamentos.
Recuerdo el Melaj, el barrio judío de Tetuán, constituido por más de trescientas calles, angostas, con paredes blancas y puertas verdes, rectas y no tortuosas ‘como los barrios de los moros’ bajo arcos que unen un muro con el otro, y donde llegaron a haber 16 sinagogas. Los interiores de sus casas estaban decorados en estilo castellano.