En el museo del Almudí de Xàtiva hay varios tesoros. Entre ellos, y para mi ‘paladar artístico’ existe uno de relieve absoluto, obra maestra de arte islámico de lo que vino a llamarse Xarq-al-Andalus, las tierras orientales conquistadas por los musulmanes y que el árabe de Nubia, al-Idrisi (s. XII) cartógrafo, geógrafo y viajero y del cual es el célebre mapamundi con el norte abajo y el sur arriba,nos permite ubicar el al-Andalus del siglo XII.
El museo programa dentro de las actividades que la concejalía de cultura del Ayuntamiento de Xàtiva ha programado para celebrar el Día de los Museos, que será de entrada libre, un concierto-recital basado en los instrumentos musicales tallados en la pila taifa del siglo XI que se conserva en el Almodí. Corresponde según los especialistas a alguna fuente que debía estar en algún palacio de la ciudad debido fundamentalmente a los motivos que podemos ver tallados en sus cuatro laterales: banquetes en los que se sirven bebidas, músicos tañendo instrumentos, un personaje recostado que quizá esté recitando los versos de algún libro, incluso escenas de torneos. Fue rescatada de un abrevadero en una de las puertas de la ciudad. Recordemos que el lugar concedido en la cultura islámica al agua y los elementos ligados a su uso es importante, así que esta pila que recuerda una artesa, no debió ser poco habitual en el entorno de casas palaciegas o de familias pudientes.
Hoy, 18 de mayo, a las 20:00 estaremos Jota Martínez, especialista en instrumentos de la tradición medieval española, Abdelatif Lauzari, experto en instrumentos de cuerda frotada de la tradición andalusí, y una servidora recitando, cantando, contando y haciendo sonar los instrumentos musicales representados en esta pila que acaba de volver de una exposición en el Museo Nacional de Arqueología de Madrid, donde se mostraban las 150 mejores piezas halladas en diferentes expediciones arqueológicas de la historia de España con el fin de conmemorar el ciento cincuenta aniversario del museo nacional.
Sonarán los versos del Collar de la Paloma, título evocador de este compendio de los más bellos poemas de la literatura hispano-musulmana, compuestos por el teólogo, filósofo y poeta musulmán, de gran espíritu crítico al que su caracter le valió más de una desavenencia e infortunio entre sus correligionarios y también entre judíos y cristianos, por su Tratado Crítico Sobre las Religiones, pero eso es otra larga historia. La importancia en la literatura medieval de los reinos cristianos y especialmente en el desarrollo del amor cortés, del Collar de la Paloma es innegable. Como dos vasos comunicantes beben el uno del otro en algún momento aunque la poesía urdrí es anterior en el tiempo y por tanto inspiración para la lírica de los trovadores.
Ibn Hazm
Por avatares del destino y los movimientos políticos se traslada desde su ciudad natal a al-Xateba, Xàtiva, a los veintiocho años y allí compuso El collar de la paloma de la cual avanzo estos versos límpidos, diáfanos que conmueven hasta los cimientos del alma del mundo.
Desearía rajar mi corazón con un cuchillo,
meterte dentro de él y luego volver a cerrar mi pecho,
para que estuvieras en él y no habitaras en otro,
hasta el día de la resurrección y el juicio;
para que moraras en él durante mi vida y, a mi muerte,
ocuparas las entretelas de mi corazón en la tiniebla del sepulcro.
Su iconografía hace referencia a las distracciones de la vida principesca propias de la época de los reinos de Taifas. Se pueden apreciar en ella veintisiete figuras, entre ellas, un tañedor de laúd, una nodriza desnuda, un personaje bebiendo en un jardín, otro acompañado de un servidor, luchadores, leones en combate y hombres enfrentándose con lanzas. También hay escenas de juegos o de danza; en una de ellas podemos observar hombres con bastones acompañados de músicos. También distinguimos una procesión formada por cinco hombres que transportan animales cuadrúpedos, aves de corral, frutas y verduras, pavos reales con cuellos entrelazados, escenas festivas a ambos lados de los árboles.
Las escenas de combate podrían ser sasánidas o romanas. En cuanto a las escenas en las que intervienen animales (leones, pavos reales), también estas denotan una influencia oriental. Encontramos otras parecidas en otros lugares del mundo islámico. Es así como podemos relacionar la escena de los hombres que bailan con bastones con los motivos de dos platos con lustre metálico fatimí conservados en el Museo Islámico de El Cairo. Las escenas que representan hombres acompañados de animales, aves de corral o cestas de fruta y verdura también están presentes en producciones fatimíes de madera y marfil. La escena en cuestión, a veces denominada escena de los «portadores de ofrenda», también puede relacionarse con la iconografía romana tardía. En todo caso, se trata de representaciones realistas propias del arte abasí, difundido en el Egipto fatimí y luego en el Occidente musulmán. La escena de los luchadores tirándose de la barba tiene orígenes antiguos y figura tanto en el arte español (píxide de al-Mughira[1]), como en el techo de la Capilla Palatina (1140) o en el arte iraní (azulejos de cerámica lustrada, siglo XIII).