De la virgen el trovador

De la virgen el trovador

En la Edad Media, la imagen que los textos y en general la iconografía transmiten al respecto de la mujer, se balancea entre dos modelos o prototipos opuestos. Por un lado tenemos a la inductora del pecado, Eva, causante de la caída del género humano y por otra a su intercesora, María, madre De Dios. Es a partir de finales del siglo XI en el que se se produce un profundo movimiento de renovación espiritual que tuvo como rasgo significativo la extensión e intensificación del culto a la Virgen María construyéndose catedrales a ella consagradas o el surgimiento del amor cortés.

Alfonso, el décimo de su nombre, fue apodado ‘el sabio’ pues durante su reinado se realizaron obras de corte literario, científico, jurídico o histórico de gran importancia. Los especialistas coinciden en que no fueron dictadas o escritas por el monarca aunque obviamente fue él quien las patrocinó, supervisó e incluso, como en el caso de las cantigas marianas participó directa y personalmente en alguna medida. Tenemos constancia de que en la corte y en colaboración con un conjunto de intelectuales judíos, musulmanes y cristianos, que supieron apartar sus diferencias para concentrarse en el logro, en aquel scriptorium o en la capilla musical regia, se fraguaron obras que los sobrevivirían y servirían de ejemplo a los que les sucederían en el tiempo.

…el Rey faze un libro, non porque el escriba con sus manos, mas compone las razones, e las enmienda, et yegua, e enderesça, e muestra la manera de cómo se deben fazer…

De su padre, Fernando III, el santo, ya recibe herencias como esta que le guían y orientan en su sino como monarca y hombre.

“…e pagándose de omnes cantadores et sabiéndolo él fazer; et otrosí pagándose de omnes de corte que sabían bien de trobar e cantar, et de joglares que sopiesen bien tocar estrumentos, ca desto se pagava él mucho e entendía quién lo fazían bien e quién non.”

Él mismo, Alfonso, fue el promotor de la colección de canciones monódicas, en lengua gallega y notación mensural, que cantan las virtudes de la Virgen y narran los milagros que acontecieron por su intercesión. Hablamos de los códices de las cantigas de Santa Maria.

En ellas encontramos rastros de leyendas locales con sabor popular e incluso anécdotas familiares o padecimientos y enfermedades del mismo rey. Escritas en galaico-portugués, existen cuatro manuscritos de las Cantigas de Santa María pero el llamado Códice rico Códice Príncipe o Códice de los Músicos es el que contiene todas las cantigas, la música e ilustraciones, de músicos.

La fascinación que ejercen estos códices y su contenido es extraordinario. No en vano recurrimos a la lectura una y otra vez sobre los estudios de expertos cuya lista sería inacabable para la interpretación de sus músicas y la labor que desde hace unos años Jota Martínez viene desarrollado, en torno a la reconstrucción de los instrumentos musicales que aparecen íntegramente en los códices alfonsíes. De reciente aparición es su libro dedicado a los instrumentos musicales en la Edad Media española, con un estudio desde el punto de vista del tañedor o intérprete y también luthier aficionado.

Hoy se presenta en el festival Murcia Tres Culturas, en primicia mundial, un concierto de cantigas con el aliciente añadido de que todos y cada uno de los instrumentos utilizados son reconstrucciones fidedignas de los que muestran los códices alfonsíes. La formación que acompaña a Jota Martínez será un octeto donde sonará el dulce organetto, recogido de las manos de su hacedor hace justo una semana en Logroño; cítolas, el odrecillo (gaita) con la cabeza coronada que representa el mismo rey tallada en madera noble en su parte superior, salterios, axabebas…rescatados del pergamino de esos códices que desde el siglo XIII son motivo de estudio, fuente de inspiración, reconstruidos para que volvieran a servir a la causa para la que originalmente fueron creados: deleite del alma, instrumento de perfeccionamiento e instrucción, entretenimiento o la gloria eterna.

Alfonso X dejó un gran legado como rey. Amó mucho esta tierra a la que nos dirigimos hoy, quizá por eso aunque fue enterrado en la catedral de Sevilla, su corazón y sus entrañas fueron trasladados a la de Mvrcia.
Señor, venimos hoy a cantar aquellos verbos que acicatearon y enfebrecieron el alma de vos o la llenaron de compasión y piedad, o quisierais que ese efecto tuviera sobre los que los leerían u oirían en el futuro que entonces aún estaba por llegar. Dejaremos vacía una silla, en palco preferente, allí en la plaza de los apóstoles donde a las 9 tendrá lugar, por si su regia estela quiere pasar, observar, oír, parar. Seguro que aún es poseedor de la virtud de la curiosidad, base de la inteligencia, por saber cómo suena aquello que compuso hace tantas centurias esa corte de talentosos músicos y diestros tañedores al servicio de un amor que no troca ni degrada con el tiempo. La devoción sin mácula, el amor a su amada de este trovador.

Eu quero seer oy mais seu trobador,

e rogo-lle que me queira por seu

trovador.

Published by Mara Aranda

Mara Aranda es una de las intérpretes más aclamadas surgidas de la escena española. Casi tres décadas durante las cuales ha investigado y cantado músicas turcas, griegas, occitanas y músicas antiguas, medievales y sefardíes, que han dejado como resultado casi una veintena de discos propios de excelente factura merecedores de premios y reconocimiento por parte de público y también de medios especializados.

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