Por fin el disco entra en fábrica. El diseño acabado, Alfred Casterà ha hecho un buen trabajo, excelente selección de imagenes y tratamiento de las mismas al igual que en el disco anterior. El sonido en su exacto lugar purgado de suciedades imperceptibles para el oido común pero presentes para los más sofisticados y exigentes melómanos, en el estudio de Rafa Gisbert, Cato en donde hemos recalado los últimos días.
Ahora siento como si acabara de romper aguas mi mundo y se estuvieran separando las de arriba de las de abajo. De la idea alimentada en mis entrañas y custodiada tanto tiempo, pensándola e imaginándola, a verle en unos días ya la cara, los miembros y, en crudo, su alma. Cuando llegue, ese retoño musical ya no me necesitará para nada, será del mundo y para el mundo y servirá de espejo y reflejo para quien ose mirarle la cara.
Ayer tomé prestado del Instituto Cervantes un libro de Vicente Aleixandre, de su obra completa de poesía, un libro de 600 páginas. Aleixandre decía reiteradamente en sus escritos que hacer es vivir más. Me dormí reflexionando sobre ello.
Hoy me desperté muy temprano, aun no había rajado la navaja de luz el telón pesado de la noche estambulí. Mucho antes del canto de los muecines, despierta y sin sueño, eran las 4 de la madrugada cuando me he puesto a acabar con el montaje del belén en la entrada de la casa, con rebaño incluido y al acabar, mientras escuchaba música preparándome para mi clase de hoy, se ha hecho la luz de la mañana trémula y sin fuerza, lenta, congelada. Aun así han venido al patio a picar no se qué pequeñeces, hierbecitas o insectos un par de palomas. Desde la chimenea de la casa de enfrente una gaviota observaba su movimiento, quién sabe pensando qué cosas de pájaros. Conforme avanzaba la mañana el sol pequeño y achicado se ha retirado tras unas nubes grises, casi de plastilina y ha comenzado a nevar. Los primeros copos de este año. En un par de horas la nieve empezó a cuajar y yo no sabía si estaba soñando o despierta ante la maravilla del descenso de esas pequeñas plumas de agua. Así ha venido el alba y los cantos llamando a la oración, resonando desde la megafonía en lo alto de los alminares a la que se van uniendo otros cantos desde otras direcciiones formando una especie de coro mal sincronizado o el efecto de estar rodeado por una misma verdad dicha desde diferentes ángulos, puntos de vista, perspectivas. En el otro extremo del Mediterráneo, todos duermen y aquí ya clarea, despacio. Duermen los niños en sus camitas dulces llenas de fantasías y sueños en los que el mañana se acerca como un gigante que no atemoriza, que los coge en sus brazos y les construye columpios en ellos para que crezcan mientras juegan. Duermen los enamorados después de una noche larga compartiendo caminos del alma a través de las sendas del cuerpo. Duermen los padres dedicando su último pensamiento antes que el sueño les venza a sus hijos, los que están lejos y rezan para poder ver su cara una vez más. Pronto vendrá la Navidad y el Año Nuevo y después volveré a casa. Quisiera llevar la dulzura de estos copos primeros, el olor quemando en los labios de la raíz de orquídea en un vaso de salep, la zozobra de las aguas bajo el puente de Galata cuando lanzan los pescadores sus cañas, la sonrisa del vendedor desdentado del bazar cuando entramos y nos contaba que sus padres eran judíos salidos de España hablando en un castellano antiguo, su judeo-spanyol al que él llamaba simplemente ‘la lingua muestra’. Pero no podré llevarlo, necesitaría el mundo por maleta, así que no llevaré nada.
Mara Aranda presentará nuevo disco en enero de 2019 dedicado a la música sefardita turca. Este blog nos invita, en cada entrega, a recorrer la geografía musicaldel Mediterráneo Oriental,donde el presente y el pasado de la autora se ven reflejados con extractos de sus diarios personales de bitácora (en cursiva el pasado,en normal el momento actual).