Con mucho respeto, admiración y orgullo, deseo un buen viaje hacia las estrellas a donde hoy se nos marcha el cuenta cuentos, rondallaire, Llorenç Gutiérrez. Trabajó décadas y décadas por cada uno de los pueblos y ciudades de nuestra geografía, en cada plaza, en cada lugar. Por pequeño que fuera, donde dejaban que expandiera su enorme y generoso universo, su microcosmos particular, su manera de entender la tradición, transmitida de boca a boca, sin filtros, allí amanecía su abecedario. De corazón a corazón, de mirada a mirada sin que medie por medio las más de las veces ninguna conocida palabra.
Adivinanzas, canciones, trabalenguas, canciones, chistes… tradición oral. Sus propuestas dinamizaban ese público infantil y juvenil sobre todo, receptor de sus publicaciones, muchas, en estos últimos años.
En Les flors dels albagés, uno de sus libros, escribía como presentación en primera persona: Contar és una diversió, escriure una satisfacció, aprendre una necessitat, ensenyar un ofici, i viatjar pel nostre país un plaer. Tot açó faig gràcies als meus oficis: mestre d’escola, escriptor i contacontes. Espere que l’aroma de les flors de l’Albagés us facen més feliços.