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Las dos orillas del Mediterráneo entre risas y lágrimas sefardíes. Así podría resumirse la actuación que la cantante valenciana Mara Aranda ofreció ayer en Casa Sefarad-Israel con motivo de la presentación oficial de su disco ‘Diáspora’ ante medio centenar de personas. Un espacio pequeño y aséptico que no desdibujó las canciones de boda, las de la ‘blanca doncella’ o las de la nostalgia del hogar perdido en el que la voz de Aranda se vio acompañada por un grupo de notables músicos multinstrumentistas: Jota Martínez (director musical y encargado de la zanfona, las cítolas, la vihuela de péñola, el laúd otomano y laúd medieval), Abel García (baglama, laouto, lavta y viola de rueda) y Fernando Depiaggi (ney, kaouala y percusiones).
El encuentro, íntimo y cercano, contó con un público entregado – emocionado en ocasiones – y que ofreció sus palmas en los últimos compases de la algo más de una hora que duró el concierto. Aranda que siempre hizo partícipe a la audiencia, explicó el origen y el sentido de cada una de las piezas, la mayoría procedentes la tradición sefardí de Marruecos, e incluso sacó al escenario a una joven para interpretar una tonada tradicional sobre las doncellas casaderas (en la recreación de un ‘baño purificador’).
Fernando Sanz/ Madrid.
The two shores of the Mediterranean between laughter and Sephardic tears. This could be summarized the performance that the singer Valencian Mara Aranda offered yesterday at Casa Sefarad-Israel on the occasion of the official presentation of her album ‘Diaspora’ to half a hundred people. A small and aseptic space that did not blur the wedding songs, those of the ‘white maiden’ or the homesickness of the lost home in which Aranda’s voice was accompanied by a group of notable musicians: Jota Martínez musical and responsible of the hurdy-gurdy and several medieval string instruments, Abel García (baglama, laouto, lavta and hurdy-gurdy) and Fernando Depiaggi (ney, kaouala and percussions). The meeting, intimate and close, had a public delivered – occasionally excited – and who offered his palms in the last bars of the little more than an hour that lasted the concert. Aranda who always participated in the audience, explained the origin and meaning of each of the pieces, most of them from the Sephardic tradition of Morocco, and even took a young woman to stage a traditional tune about the wedding maidens (in the recreation of a ‘purifying bath’).