Recuerdo el Melaj, el barrio judío de Tetuán, constituido por más de trescientas calles, angostas, con paredes blancas y puertas verdes, rectas y no tortuosas ‘como los barrios de los moros’ bajo arcos que unen un muro con el otro, y donde llegaron a haber 16 sinagogas. Los interiores de sus casas estaban decorados en estilo castellano.