Juan Goytisolo, falleció en Marrakech a los 86 años, hace tan solo unos días, Siendo uno de los autores que depositó en la antigua cámara acorazada del banco que albergaba el edificio de la sede central del Instituto, construido en 1918, que custodia ahora objetos personales de grandes figuras de la cultura en español relacionados con su vida o su obra, en el caso de Goytisolo, mundialmente reconocida junto a su compromiso a defender las causas de los pueblos oprimidos y su denuncia de las injusticias.
A él se refirió Yolanda Soler, directora del Instituto Cervantes de Marrakech, y dedicó, en unas palabras, el concierto al inicio del mismo. La noche era serena y una leve brisa aliviaba el ya notoria elevada temperatura ambiental, aunque se celebró en la terraza del edificio, donde por primera vez se celebraba un concierto.
El aforo fue completo, no hubieron suficientes sillas para albergar a aquellos que se desplazaron incluso 400 km, venidos del desierto, como Amar, expresamente a saborear aquellos sonidos tan cercanos que describía con su casi perfecto español, dibujando las impresiones recibidas como si pintara uno de sus cuadros.
Estamos en tiempo de Ramadán, por el día las calles están tranquilas y los hombres y mujeres caminan y siguen realizando sus actividades como si fuera cualquier otro día, pero al romper la noche el bullicio inunda las calles y las familias salen a festejar la ruptura del ayuno y pasear y charlar con el ánimo repuesto. La plaza de Yamaa el Fna está rebosante, no cabe un alma.
El concierto lleva el mensaje a estas tierras de las vivencias que los judíos marroquíes tuvieron en ellas. Aquí construyeron sus destinos y en esta misma tierra reposan sus huesos junto con su memoria. Esa memoria no se olvida, pasa como un testigo de mano en mano y no importa si es blanca o negra, si judía o cristiana, atea o musulmana. Lo que nos une a todos los hombres es lo mismo que desde tiempos sin memoria relatan las crónicas de todos los pueblos, los libros sagrados de todas las religiones y es ese el motivo de nuestro viaje, un viaje que aquí no acaba. Ahora el testigo y el testimonio está en las manos de todos aquellos que oísteis aquellos cantos.
Shalom, Salam, paz a todos los hombres buenos. De ellos es el reino de la tierra y de los altos cielos.
Si te hubiera dicho
Si te hubiera dicho
que no estábamos solos en el cielo
del ghetto
me habrías hablado de los gatitos
que atados por las patas
morían en tus sueños.
Lo sé porque velé la noche entera
envuelta en uno de esos abrazos que no tocan
y porque no era Jiddish ni knaanic ni polaco
sino nuestra propia lengua
en un código extraño
lo que tus labios murmuraban.
Yolanda Soler, escritora y poeta
Directora del Instituto Cervantes de Marrakech
Poema escrito en Varsovia
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